Abelino

Por Ignacio Hernández Meneses

Solidaridad, discriminación, ayuda, segregación, amor, rechazo, amigos, negligencia, familia, desempleo, lágrimas, risas, sangre, listón rojo, ley, fobia, miedo, antiretrovirales, amarillismo, activismo, es larga la lista de palabras, de sinónimos y antónimos, de besos y abrazos, en esta larguísima historia que culminó para instituir por fin, el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, un día como ayer 1 de diciembre pero de 1987.

Desde 1983, el VIH/SIDA se hizo presente en México pero fue hasta 1985, luego de varias piedras en el camino, cuando el gobierno mexicano reconoció oficialmente la presencia del virus.

El SIDA sigue siendo uno de los más graves problemas de salud pública del mundo, especialmente en los países de ingresos bajos como el nuestro.

Poco a poco se ha ido avanzando para su atención digna, pero ha sido muy difícil la tarea de concientización, sobre todo porque los primeros que se atrevieron a luchar se toparon con el estigma del VIH: la ignorancia de la sociedad.

En Guerrero, particularmente en Acapulco, debemos reconocer el extraordinario trabajo y la gigantesca aportación del Grupo de Amigos de pacientes con VIH (Grupo GAVIH), encabezados por la trabajadora social Rosa María Santiago Paloalto, quien a contracorriente, ha logrado vencer diversas batallas en esta cruzada de ayuda a los portadores.

En Acapulco, Abelino es parte de esta historia de dulces luces y sombras amargas. Fue un muchacho trabajador, dinámico, arquitecto de profesión y vocación, fue el primero en emprender una ejemplar batalla en el desierto, tocó puertas y las tocó hasta que logró vencer el rechazo que tuvieron  los portadores por parte de algunos funcionarios insensibles del sector salud, los primeros responsables que por ley debieron haberlos atendido.

A pesar de la adversidad del “qué dirán”, y el feroz rechazo social de entonces, Abelino no bajó la guardia.

Junto con  otros jóvenes amigos y compañeros de lucha, Abelino, Víctor, Mario, y muchos más abelinos, armaron un ejército de activistas que, en ocasiones sin recursos económicos, a pie, pero con firmeza, brillante inteligencia y tenacidad como únicos recursos, no bajaron nunca sus banderas por la exigencia del derecho a la salud que se les escamoteaban.

Se fueron abriendo camino, incluso, algunos de ellos con el sufrimiento del rechazo de hasta sus propias familias, y siempre respetuosamente presionaron al gobierno para que les facilitara el acceso a los medicamentos.

Como consecuencia, hoy los medicamentos antirretrovirales se distribuyen de manera gratuita a través de las instituciones que componen el Sistema Nacional de Salud, y la atención ya alcanza el rango constitucional, se acabó la era de las limosnas.

En este año el lema del Día Mundial del VIH es “Solidaridad mundial, responsabilidad compartida”. Se ve ya otro panorama, quedó lejos el aislamiento, hoy por ejemplo, el Hospital General Regional (HGR) No. 1 “Vicente Guerrero”, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), cuenta con la Clínica del VIH para la atención multidisciplinaria de pacientes para mejorar su calidad de vida con el control de la misma.

El 1 de diciembre se ha convertido en el día de fortalecer esta tarea. Muchas cosas han cambiado, la visión de la sociedad es diferente, más humana e incluyente, pero hace falta más por hacer, y este este es el momento de dar otro salto para vigorizar la solidaridad.

Con el ejemplo de Abelino (QEPD), hoy primero de diciembre, no podemos ni debemos tirar la toalla y renunciar, hay que usar la toalla para secarnos el sudor de la frente y seguir adelante.

No perdamos el sueño que de la mano con la ciencia, algún día podamos decir y escribir que estamos libres del VIH-SIDA.

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